lunes, noviembre 29, 2004

A veces...

A veces te imagino imaginando…
Me hierve la sangre y remuevo el cocido de mis entrañas añadiéndole una pizca de picante. Alimento a los buitres carroñeros que acechan impacientes por su gran festín, batiendo las alas en el suelo y relamiéndose el pico ante la imagen que captura sus audaces ojos.
Añado la salsa vertiendo la sangre que gotea de mis ya abiertas muñecas y ajusto la temperatura para una cocción perfecta…
Y la masa encefálica se remueve en sus aposentos y ordena al perdido olfato que obedezca para no oler nada... Desde las cuencas vacías de mis ojos observo sin ver y analizo cada gesto de mis huesos desprovistos de pellejo mientras los espectadores se acomodan en sus mejores asientos.
Perforándome el pecho y adentrándome entre costillas relamidas por gusanos hambrientos, aferro los huesos que componen los cinco dedos de mi mano en torno al malgastado corazón. Lo deposito en el recipiente y observo desde la oscuridad como se sumerge entre burbujas de sangre. Salpimiento mis pulmones y los troceo esparciéndolos por un plato relamido de placer… Y la mezcla de mis sentidos pululando por el ambiente es el condimento básico del plato del chef.
A veces, yo también imagino...

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