Danzando con el viento
Amanece el día gris, cubierto por espesas nubes que amenazan con estallar. Sus caras serias te miran desde un altar demasiado alto para ti. En su trono parecen imperturbables, poderosas, perfectas. Sus ojos desprenden ira hacia todo lo que esta por debajo de sus pies, su sonrisa gélida hiela el ambiente mientras sus palabras de odio contenido se convierten en un viento devastador.
Detrás de ti, una bolsa de plástico es elevada desde el suelo. Se mueve contorneándose, moviendo unas caderas imaginarias al compás de un sonido sordo para ti. Y observas en silencio para no romper la magia del momento… para no interrumpir un baile sin igual. Te embelesa con sus giros interminables, haciéndote aguantar la respiración cada vez que se enaltece más de lo necesario.
Como si el sonido surgiera de las profundidades de tu interior, escuchas rugir el cielo mientras la bolsa cae magistralmente en un asfalto de ciudad, concluyendo con tirabuzones imposibles de realizar.
Te vuelves para afrontar la tormenta mientras el viento te fustiga la cara con toda su rabia… Y te quedas inmóvil, dejando que las gotas de lluvia te empapen la ropa mientras piensas en la simplicidad de lo real.
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