Caos

Más allá no es más lejos de lo que tu imaginación pueda dibujar. Un hilo telefónico es ilimitado pero la luz puede jugar al escondite durante tres días.
A veces el viento sopla, demasiado fuerte... y sin darte cuenta, te lo manda ese amigo que se encuentra en el sur, a miles de kilómetros de tu ciudad y, cuando él lo siente, tú aún disfrutas de ese magnífico sol que te sonroja las mejillas en un día de primavera.
Te has acostumbrado a pensar, en silencio; a sentir sin ser descubierta. Te has habituado a robar momentos fotografiados por unos ojos casi color miel.
Percibes que a cada año que pasa soportas menos el frío pero usas ropa más delgada. Es como si de pronto tuvieras sesenta años cuando ayer tenias diez y, los huesos te castañean porque el ambiente helado no encuentra esa dentadura postiza que descansa en un vaso de cristal, sobre la mesilla de noche en un futuro, esperas, lejano.
Puedes demostrar con una sola lágrima que aquello que quisiste puede perdurar, que los recuerdos permanecen intactos y los momentos pasados inalterables si dejas de creerte las mentiras de la televisión, cuando te cuenta que uno más uno son siete.
Sabes que la lógica a veces resulta incomprensible y quizás te vuelvas agnóstica en cuanto subas las persianas de tu habitación.
Tu gama de grises siempre encuentra nuevas tonalidades.
Y a veces tu vida resulta ser un auténtico caos... mientras el horóscopo inventado de la revista que descansa junto a tu taza de café, te recuerda que eres una persona ordenada y con gran capacidad de organización...
La colilla del primer y último cigarrillo del día todavía humea cuando sales por la puerta del local, apresurada, como siempre.